Keylor Navas y la tristeza de Casillas
Sus compañeros le ven deprimido desde hace meses. Y lo subrayan: el de Iker Casillas no es un problema de falta de motivación por el fútbol. Aquello que le ha vaciado hasta dejarle inerme, aparentemente insensible a cosas que antes le afectaban, como saturado de todo, parece tener causas más profundas que el oficio. Pero la industria no se detiene y la tristeza no ayudará a Casillas en la tarea colosal que le aguarda. El fichaje de Keylor Navas, anunciado oficialmente ayer por el Madrid, puede suponer a medio plazo el tránsito definitivo del capitán a la reserva.
Desde que levantó la Copa del Mundo en 2010, Casillas no ha dejado de comprobar cómo se le complicaba la vida. Regresó de Sudáfrica convertido en el futbolista más importante y respetado en la historia de España, un referente del madridismo y un monolito del fair play ante la afición de todo el planeta, justo antes de experimentar su propia demolición. Lentamente. Día a día. Primero, se encontró con un jefe, José Mourinho, que, tras utilizarlo para reafirmar su poder, se propuso acabar con su carrera. En plena zozobra descubrió la indiferencia que le reservó su club de siempre, el distanciamiento del presidente, Florentino Pérez, y la propaganda en su contra desde diversos medios. Lejos de encontrar apoyos en la hinchada, muchos aficionados le tacharon de traidor, le insultaron por la calle, y varios de sus compañeros le desdeñaron por su falta de liderazgo. La miseria rebasó el terreno profesional y hace un año lo aturdieron las desavenencias familiares, con alguna ramificación económica. Durante un tiempo, hasta dejó de hablar con su padre, que, como casi todo el mundo, le reprocha por cachazudo, por ser capaz de autodestruirse antes que defenderse públicamente provocando un enfrentamiento.
Hace exactamente un año, durante la pretemporada en Estados Unidos, el mejor portero del Madrid en los entrenamientos era Casillas. Con diferencia. Tras la marcha de Mourinho, el hombre había recobrado su ánimo. Estaba espléndido en los ejercicios y en los amistosos. Nadie, ni sus detractores en la plantilla, esperaban que ocurriera lo que finalmente ocurrió cuando el nuevo entrenador, Carlo Ancelotti, puso a Diego López de titular en la Liga. Fue una sorpresa general y el primer afectado por el mazazo fue el capitán, irremediablemente convencido de que era una víctima política y que, mientras jugara en el Madrid no le juzgarían por méritos futbolísticos.Casillas luchaba por salir del pozo cuando en agosto de 2013 perdió la titularidad: lo único que le quedaba de autoestima. Un golpe que en el vestuario del Madrid la mayoría coincide en calificar, como poco, de sospechoso.
Dicen en el club que Casillas entró en declive en 2011, cuando colaboró en los enredos extradeportivos de Mourinho. Obediente, no supo defender su reputación. “Ahí perdió el nombre”, señala un empleado. Se dejó manipular. Se sintió avergonzado de sí mismo. Quedó en evidencia incluso ante algún pariente que le indicó que estaba obrando mal. Cuando reaccionó, ya era tarde. No le bastó con marcarle el terreno a Mourinho y negarse a obedecer órdenes estúpidas. Preocupado por evitar conflictos y ejercer la capitanía en silencio, inspirado en una especie derazón de Estado madridista, no cumplió con el deber fundamental de defenderse a sí mismo. ¿Cómo iba a reunir confianza para defender su portería?
Que Casillas levantara la Champions y la Copa en medio de esta precariedad personal habla a las claras de un portero formidable. Su error en la final de Lisboa y su pésimo Mundial en Brasil, oscurecen actuaciones notables ante el Dortmund, el Bayern y el Barcelona. Intervenciones sin las cuales no se explican los últimos trofeos madridistas.
El fútbol es tan paradójico que este verano, aunque su estado de forma es bastante peor que el año pasado, Casillas goza del apoyo —tibio— que no tuvo por parte de la directiva. Los títulos le avalan. Ancelotti ha confirmado que será el titular en la Supercopa de Europa. Jugará contra el Sevilla, no por su condición bajo palos, sino porque disputar la Supercopa es, según norma consuetudinaria, un derecho adquirido del portero que ganó la final de la Champions. “Luego, ya veremos”, precisó el entrenador.
Las redes sociales demuestran cada día que los métodos propagandísticos tienen tanto impacto como siempre entre los jóvenes. El pésimo partido del Madrid ante el United en el amistoso del sábado (3-1) fue inmediatamente atribuido por muchos hinchas a la dispersión de Casillas, como si alguna vez los porteros hubieran tenido la capacidad de ser tan influyentes en el juego. La predisposición en su contra parece imparable y Casillas está mal. Por fin, esto es verdad. Por primera vez en su carrera no aparecen clubes dispuestos a contratarle. Precisamente cuando el Madrid ficha a Keylor Navas.
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